Vocación al Matrimonio

Es la que más podemos conocer. Nuestros padres, abuelos, tíos…. Un día fueron a la Iglesia y se prometieron fidelidad todos los días de su vida. El matrimonio expresa el amor de Dios por su pueblo, que es la Iglesia. Así como Cristo se entregó en sacrificio por amor a la Iglesia y permanece eternamente fiel a ella, del mismo modo los esposos se entregan uno al otro totalmente, imitando en amor de Cristo.

Las distintas realidades de vocación al matrimonio que se encuentra en nuestra diócesis son:

Testimonios de Vocaciones al Matrimonio

Otras vocaciones a las que Dios llama

Vocación del laico

Laico es aquél que no es sacerdote ni religioso. Pero la vocación laical es más que un “no ser”. Exige la opción vital por unos valores vocacionales determinados que marcarán la vida del llamado. Quizá el laico no tenga conciencia de su propia vocación. Pero está llamado a desempeñar su propia profesión, guiado por el espíritu del Evangelio, contribuyendo a la santificación del mundo desde dentro. Por ello la misión de éste se extiende a ser testigos de Cristo en todo momento vivido en la sociedad.

Vocación religiosa o consagrada

Es una vocación esencial en la vida de la Iglesia. Los religiosos y consagrados son un símbolo de la radicalidad de vida evangélica, aquello a lo que toda la comunidad cristiana está llamada a ser. Son como esa brújula que señala el camino, o como un faro que guía en la oscuridad. Distingamos dos tipos dentro de esta vocación: vida contemplativa (oran por todo el pueblo, entregan su vida a la oración) y vida activa (entregan su vida a los demás en el servicio a los pobres, los que sufren, y a todos los hermanos).

Vocación sacerdotal

El sacerdote es el hombre de los sacramentos, vive de ellos y a la vez los confiere. Es el que ha sido llamado y enviado para realizar un humilde servicio en favor de toda la humanidad. Al ser ordenado sacerdote: celebra la Eucaristía, perdona los pecados, introduce en la familia de los hijos de Dios a los que bautiza, lleva el consuelo de Cristo a los enfermos, en definitiva se configura plenamente con Cristo. Entrega su corazón por todo el pueblo, y es servidor para todos.